Los ushebti son una pequeñas estatuillas que se colocaban
en el interior de las tumbas, que podían llegar a contener varios
centenares de ellas. La función de estos objetos funerarios era
muy simple: debían sustituir al difunto cada vez que éste
tuviera que realizar algún trabajo. Cada vez que era necesario
cavar una acequia, regar los campos, aventar los cereales o cargar
arena en el más allá, el difunto pronunciaba una frase mágica y
la figurilla se convertía en un sirviente que se encargaba de la
tarea.
El nombre de esta figurillas puede traducirse como "el que
responde", es decir, el que se presenta en nombre del difunto
cuando es convocado a los trabajos. No obstante, podría derivar
del término con que algunas antiguas tribus africanas se
referían a los sirvientes que, al morir un jefe, eran
sacrificados para que le sirvieran eternamente.
Las formas de los ushebti y los conjuros cambiaron a lo
lardo del tiempo, aunque sólo podían ser conjurados por la
persona con que habían sido enterrados. Para evitar que el
difunto pudiera olvidar el conjuro, los sacerdotes añadieron un
capítulo en el Libro de los Muertos con las palabras exactas. En
el caso de los altos funcionarios y de los faraones, eran muy
numerosos y se guardaban en cajas especiales. Seti I fue enterrado
con más de 700 ushebti para deemostrar que un faraón
debía tener muchos servidores.
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