Los egipcios tuvieron tres tipos de escritura, aunque la más
antigua de todas y la más importante fue la jeroglífica.
Este nombre procede de las palabra griegas hieros, "sagrado"
y gluphein, "grabar", y los primeros textos
escritos con ella fueron realizados en el III milenio a. de C.
En los primeros siglos de su uso, la escritura jeroglífica
utilizaba unos 700 signos, pero se enriqueció con el paso del
tiempo hasta superar los 5.000, en el siglo VII.
Los jeroglíficos eran muy difíciles de descifrar y escribir, por
lo que fue necesario encontrar un nuevo sistema más rápido y
sencillo. En este segundo tipo de escritura, llamada hierática,
los signos ya estaban enlazados entre sí.
Hacia 650 a. de C. las escuelas de escribas inventaron un tercer
tipo de escritura más rápida aún, la demótica, que acabaría
siendo la más utilizada.
El conocimiento de la escritura estaba reservado a los escribas,
que alcanzaron altos cargos en la administración. Los aspirantes
a escriba iniciaban su aprendizaje a los cuatro años de
edad, e invertían unos doce años en aprender los 700
jeroglíficos básicos. Este proceso era muy costoso, y los
muchachos más lentos o despistados eran castigados con dureza.
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