El santuario de Apolo en Delfos estaba situado en la parte más
alta del lugar, conocida como Pito, y era famoso por las
predicciones de su oráculo.
Las sacerdotisas encargadas del oráculo, llamadas pitias o
pitonisas, podían ser consultadas el séptimo día de cada mes.
Dos pitonisas se turnaban para no caer agotadas por el esfuerzo,
mientras que una tercera estaba preparada por si era necesario
sustituir a una de ellas.
Cuando el visitante había pagado la cantidad estipulada y
sacrificado las ovejas o cabras necesarias, era llevado a la gruta
donde se hallaba la pitonisa. Ésta escuchaba la pregunta mientras
estaba sentada sobre el trípode de Apolo, una silla de tras patas
situada sobre una grieta en el suelo por la que emanaban gases, y
entraba en trance.
Tras recibir la respuesta divina, un sacerdote interpretaba el
mensaje de la pitonisa y lo transmitía al demandante.
Los oráculos sagrados siempre acertaban, de manera que los fallos
sólo podían ser un error de interpretación.
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