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Un pago justo:

     El escultor Praxíteles era amante de Friné, a la que utilizó como modelo para sus sensuales estatuas de Afrodita, diosa del amor. Friné fue acusada de impiedad -uno de los delitos más graves contra la religión en Grecia- y sometida a juicio. El orador que la defendía ante el tribunal, Hipérides, no lograba que su discurso influyera en el ánimo de los jueces. Como último recurso hizo que Friné se desnudara ante los jueces para demostrar que su belleza hacía honor a la de la dios. Tras semejante prueba, los miembros del tribunal la absolvieron por unanimidad y la dejaron libre.

     Praxíteles le ofreció a Friné sus obras para que escogiera la que más le gustara, como recompensa por los placeres que le había proporcionado. La joven no sabía cuál escoger porque el arte, al menos la escultura, no era una de sus aficiones.

     Friné organizó una cena e hizo que Praxíteles se sentara junto a ella. Mientras comían y bebían, un sirviente entró de pronto y comenzó a gritar que el taller del escultor se había incendiado. Praxíteles comenzó a lamentarse por su Cupido y se dispuso a correr hacia el taller. Friné supo así que esa era su mejor obra y, sin inmutarse, se la pidió a su asustado amante.

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