Sócrates, maestro de Platón, era famoso por su paciencia, su
modestia y su resistencia física. Llevaba siempre el mismo
vestido, hiciera frío o calor. En el curso de una campaña
militar, fue capaz de pasar todo un día y una noche concentrado
en la solución de un problema sin prestar atención a los
combates que se disputaban a su alrededor.
Cuando alguien se burlaba de él, Sócrates contestaba:
"Sólo sé que no sé nada". La frase, que parecía
sencilla, dejaba sin respuesta al presuntuoso.
Un admirador de Sócrates acudió al santuario de Delfos para
preguntarle al oráculo quien era el hombre más sabio del mundo.
El oráculo respondió que no había hombre más sabio que
Sócrates.
Un rico comerciante le pidió que se encargara de la educación de
su hijo. Cuando el filósofo le dijo el importe de sus honorarios,
el comerciante los encontró excesivos y exclamó: "Tened en
cuenta que con esa cantidad puedo comprar un buen burro". A
lo que Sócrates replicó: "Hacedlo y tendréis dos asnos en
casa".
Uno de sus discípulos le preguntó qué era mejor para el hombre,
si casarse o quedarse soltero. Sócrates respondió: "Da
igual, porque se arrepentirá haga lo que haga".
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