El nacimiento de las órdenes militares españolas tiene más que
ver con una necesidad de la monarquía emergente para controlar
los nuevos dominios arrebatados a los musulmanes, que la idea
original de las órdenes de Jerusalén pensadas para defender los
Santos Lugares.
Existe, no obstante, documentación que vincula algunas órdenes
con Tierra Santa, pero de forma esporádica y poco fructífera. A
finales del siglo XII la "Orden de Monte gaudio" se
establece en Jerusalén por impulso del conde Rodrigo Alvarez;
esta Orden pasó a conocerse como la del Santo Redentor y
Monfragüe, aunque posteriormente se uniría a Calatrava.
También hay un intento fallido a finales del siglo XII de que la
Orden de Santiago se incorpore a la lucha de Tierra Santa, e
incluso existe documentación de una oferta formal de Bohemundo
III de Antioquia. Las querras contra los almohades frustraron el
traslado de la Orden a Jerusalén.
Otros intentos de implicación con Tierra Santa vienen de mano del
papado, que instó a la Orden de Calatrava primero y
posteriormente a la Orden de Santiago, a que participaran en las
luchas de Oriente, aunque la presión de los monarcas
castellanos y aragoneses frustraron las expediciones.
Y es que las órdenes peninsulares no sólo eran el instrumento
más eficaz contra los musulmanes, sino que constituían una
fuerza de choque en las disputas entre reinos peninsulares.
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