Una de las mayores
barbaries perpetradas en nombre de la religión cristiana y de la
fe es, sin lugar a dudas, la execrable matanza de hombres y,
mayoritariamente, de mujeres acusadas de brujería.
La histeria colectiva desatada en Europa entre los siglos XV y
XVIII condujo a la muerte a más de 200.000 personas. Las
motivaciones de esta macabra represión son múltiples y
diversas, desde la persecución de la herejía y el paganismo, a
la represión sexual o la utilización de las clases populares
como chivo expiatorio por las duras condiciones de vida.
Si bien la represión fue generalizada en todos los reinos
europeos, habría que destacar ciertos matices: en la Corona de
España, la Inquisición Española no ejecutó a más de 300
personas por brujería en un período comprendido entre 1478 y
1834; la actuación inquisitorial en los principados alemanes
provocó la ejecución de unas 25.000 personas. Mención aparte
merece Lichtenstein, que llega a ejecutar también a 300 personas,
pero sobre una población total de unos 3.000 habitantes en elo
siglo XVII.
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