Rómulo decidió organizar una fiesta para celebrar la fundación
de Roma, a la que invitó al rey sabino Tito Tacio y a sus hijas.
Los romanos aprovecharon para raptar a las mujeres sabinas y
expulsaron a sus acompañantes, que sitiaron el monte Capitolino
para recuperarlas.
Según la leyenda, Tarpeya -una joven romana enamorada de Tito
Tracio- se comprometió con los sabinos a abrirles las puertas si
le entregaban lo que llevaran en el brazo izquierdo, pues pensaba
que lucirían sus brazaletes de oro. Tarpeya los dejó pasar y
estos arrojaron sobre ella los escudos que portaban en la mano
izquierda, por lo que murió aplastada.
Las sabinas, que no querían quedarse huérfanas ni viudas,
interrumpieron la batalla, aceptaron a Rómulo como rey y
confirmaron sus matrimonios. |