Existen testimonios abundantes en la historia que posteriormente
ha elaborado la iglesia, y en las mismas crónicas romanas, de las
persecuciones que sufrieron los primeros cristianos en Roma, hasta
tal punto que debieron subsistir durante decenios en la
clandestinidad, reuniéndose en la necrópolis de la ciudad.
Quizá resulta menos conocido que el cristianismo no sólo debió
competir con el panteón politeísta de los romanos, sino también
contra el culto monoteísta de Mitra.
El mitraísmo, que había surgido en la India, consistía en la
adoración al Dios-Sol y la purificación mediante el sacrificio
de un toro. Esta religión toma cuerpo en la Persia Antigua. Allí
es recogida por el profeta Zarathustra, cuyo pensamiento influirá
en la mayoría de concepciones monoteístas que se formarán en
Oriente Medio.
El culto a Mitra estuvo extendido por todo el Imperio Romano, y
fue uno de los cultos más importantes con un amplio apoyo
popular. Esta religión se consolidó en el período de máximo
esplendor de Roma, entre los emperadores Nerva y Cómodo (finales
del siglo I y siglo II).
Sin embargo cuando Constantino I declaró el cristianismo como
religión oficial del Imperio, el mitraísmo se vio relegado del
culto público, y los mismos cristianos iniciaron una persecución
despiadada contra todos sus seguidores. |